viernes, 29 de julio de 2011

ALGUNAS PISTAS SOBRE LOS ORIGENES DE LOS FF. DD.


LOS FILOSOFOS INCOGNITOS O DESCONOCIDOS
(1643)



Gregory Ottonovich von Mebes (S::: I:::), Maestro contemporáneo de la Filiación Rusa del Martinismo, nos dice en su magistral obra “Curso Enciclopédico del Ocultismo” (obra traducida en Chile desde el ruso al español por el Hno. Vechñacov), que entre fines del siglo XV y principios del XVI se operó la transformación del Rosacrucianismo primitivo, de clara filiación dantesco-templaria, en el llamado Rosacrucianismo secundario. Durante este período se constituyeron o "despertaron de su sueño" diversas fraternidades y órdenes esotéricas. De esa época data la constitución de la Sociedad de los Filósofos Incógnitos, desde una filiación directa de los Hermanos de Oriente bizantinos”.

El benedictino Dom Pernéty en su “Dictionnaire Mytho-Hermetique” da la definición siguiente del Filósofo: “Amante de la Sabiduría, que está instruido de las secretas operaciones de la naturaleza, y que imita sus procedimientos para llegar a producir cosas más perfectas que las de la Naturaleza misma. El nombre de filósofo ha sido dado en todo tiempo a aquellos que están verdaderamente instruidos de los procesos de la gran obra, a la que también se llama Ciencia, y Filosofía Hermética, porque se considera a Hermes Trimegisto como el primero que descolló en ella. Pretenden que solamente ellos merecen, a justo título, ese respetable nombre, pues se envanecen de ser los únicos que conocen a fondo la naturaleza, y que, a través de este conocimiento, alcanzan el del Creador, al que rinden sus homenajes, con mucha atención, amor y respeto. Dicen que ese amor es el primer paso que conduce a la sabiduría, recomendándolo sin cesar a sus discípulos, a los que llaman Niños de la ciencia.”
Finalidad elevada y muy loable pero, como lo dice W. Ganzenmuller en su obra “L`Alchimie au Moyen Age”: “... a los ojos del pueblo, nadie soñará para asombrarse, sus misteriosas operaciones se distinguen a pena de brujería... Para el hombre común, los vasos (probetas) de formas extrañas, las incomprensibles manipulaciones eran a priori sospechosas...” La frecuentación o acercamiento a esta ciencia de los poderosos es igualmente nefasta. El pseudo Alberto el Grande, al comienzo de su tratado “De Alchemie” da las recomendaciones siguientes: “... un alquimista debe habitar, lejos de los hombres, en una casa particular... el alquimista debe ser silencioso y discreto, no debe revelar a nadie los resultados de sus operaciones. El vivirá en la soledad apartado de los hombres... debe ser bastante rico para soportar el gastos exigido por sus trabajos... evitará todo contacto con los príncipes y los gobernantes... sus investigaciones deben hacerse sin ruido... he sentido que el ruido no haría bien, como el bien no haría ruido...”

Como diría Louis Claude de Saint-Martin, otro Filósofo Incógnito, que, como lo recuerda Robert Amadou, “...había tomado prestado a sabiendas la expresión –Filósofo Incógnito- sin que este guarde el sentido primitivo, de los alquimistas, en el lugar de los que el experimentaba interés, poca simpatía y una inmensa desconfianza...”
Citamos textualmente de Robert Amadou de su obra “Le Philosophe Inconnu et les Philosophes Inconnus”, pagina 80: “...Los abusos de los alquimistas: Saint-Martin, como Martines de Pasqually no tenían en gran consideración a los alquimistas. Así en “Les Pensees sur les Sciences Naturelles” Saint-Martin declara: Ellos pretenden llegar al cuerpo de la materia en estado primitivo de pureza de donde han descendido. Olvidan o más bien ignoran que hay dos clases de elementos, y si no estamos en la más grosera sería en vano que nosotros quisiéramos reencontrar allí la claridad, la limpieza, la actividad que no pertenecen más que a la segunda. Pero ellos tampoco consiguen nada que figure sobre este punto, igualmente que su espíritu no se alumbra más que de alegorías. Y en efecto ellos se encuentran en todas partes...”
         Si el término de “Filósofo Incógnito” coincide con el status y finalidad del alquimista, es curioso que esta asociación de palabras se encuentra escasamente en los tratados.



         Encontramos una de las primeras, si no es la primera mención de “Filósofo Incógnito” en “Les Aventures de Philosophe Inconnu en la Recherche et en L`Invention de la Pierre Philosophale...” (Las Aventuras del Filosofo Incógnito en la Investigación y en la Invención de la Piedra Filosofal), publicado en 1646. La asociación de estas palabras se encuentran en los títulos y los sumarios, pero al contrario no aparecía en el texto donde encontramos al habitual Filósofo. La segunda mención está indicada, siempre en el título, del “Tombeau de la Pauvreté, daqns lequel il est Traité Clairement de la Transmutatión des Métaux, et du Moyen Quón Doit Tenir Pour y Parvenir. Par un Philosophe Inconnu, en Faveur de ses amis Particuliers”  (Tumba de la Pobreza, en el que es tratado claramente la transmutación de los metales, y del medio que se debe tener para lograrlo. Por un Filósofo Incógnito, a favor de sus amigos particulares), publicado en 1673, 1681 y 1979. De nuevo hay otra mención en el texto, si no es esta curiosa: “Epistre Dedicatoria” que está firmada “N. N. Patrón General de la Sociedad de los Filósofos  Errantes”. No es necesario concluir, por tanto, en la existencia de una sociedad real (cosa igual que los Rosacruces) y más tarde para la “Sociedad de los Filósofos Incógnitos”.
         Una señal se encuentra en el “Tratado del Cosmopolita, Nuevamente Descubierto, o después de haber dado una idea de una nueva Sociedad de Filósofos, se explica en varias cartas de este autor la teoría y la práctica de las Verdades Herméticas” (a París Chez Laurent D´Houry, 1691), encontramos de la página 3 a la 9 “la idea de una nueva  sociedad de los filósofos”, luego, de la página 10 a la 40, los “Estatutos de los Filósofos Incógnitos”; vienen enseguida de la página 41 a la 224 las “Cartas de Michel Sendigovius, o de J. J. D. I., comúnmente llamado Cosmopolita...”

         La primera de las 53 cartas está dirigida “al Sr. T... nuevo asociado de la Compañía de los Filósofos Incógnitos”. El volumen termina (pagina 225–232) por sumario agregado de todo lo que está contenido en estas cartas; cierra con un sello o hieroglifo de la Sociedad de los Filósofos Incógnitos. Las huellas siguientes se encuentran en la “Biblioteca de los Filósofos Alquímicos o Herméticos, conteniendo varias obras de este género muy curiosos y útiles que no han aún aparecido...” (a París Chez André Charles Cailleau, 1754), con (página 461–509) el “Tratado de un Filósofo Incógnito sobre la Obra Hermética, vuelto a ver y dilucidado por el discípulo Sophise, bajo los auspicios de los Cohermeites, Philovites y Chrisophiles”, donde, de costumbre, las palabras “Filósofo Incógnito” no se reencuentran en el texto. Por el contrario, lo inverso se produce algunas páginas más adelante, con la “Carta Filosófica de Philovite a Héliodore” (página 513-551), donde encontramos en la advertencia del librero (página 511-513), indicaciones sobre la procedencia del texto “...un Filósofo Incógnito, sin duda de esos fénix errantes..., la ha dirigido... a uno de sus amigos...”



         En 1766 encontramos otra seña, en “L´Etoile Flamboyante” en el tomo segundo sobre “Idea General de la Masonería, considerada bajo un punto de vista filosófico y ya designado por varios antiguos bajo el nombre de la Sociedad de los Filósofos Incógnitos” que incluye los “Estatutos de los Filósofos Incógnitos” y “El Catecismo o Instrucción para el grado de Adepto o Aprendiz Filósofo Sublime e Incógnito” así como la lámina intitulada “Cuadro de los Aprendices Filósofos Incógnitos”.
         Esta asociación entre la francmasonería y la alquimia puede aparecer a los ojos de algunos como un conjunto heteroclito, sin embargo, la alquimia es una de las llaves de la masonería.
         Con Tschoudy, la alquimia va a penetrar en ciertas Logias, el “Filósofo Incógnito” que designa entonces al masón alquimista, y si el barón no pudiese imponer si “Idea General de la Masonería” a la mayoría de los masones, sin embargo constituye a este efecto un nuevo régimen masónico, los “Philalethes”.
         De los famosos y legendarios “Superiores Incógnitos”, aliados a los no menos famosos secretos masónicos, dieron  lugar a la floración de los altos grados y numerosos ritos y regímenes, que en su mayoría no fueron practicados. Paralelamente se desarrolla un interés respecto a los orígenes, más o menos fabulosos de la masonería. Que iba a interesar a un gran número de masones del siglo XIX antes que estos se preocuparan demasiado de la política.
         La palabra “Filósofo” va a entrar en los títulos de los altos grados; el grado retomado y practicado de los Filaletes va a reabrir el interés en los “Filósofos Incógnitos”. Es así que en 1790 el pintor Touzay, publica “El Gran Libro de la Naturaleza o el Apocalipsis Hermético. Obra curiosa en que se trata de la Filosofía Oculta, de la inteligencia de los Hieroglifos, de los antiguos, de la Sociedad de los Hermanos de la Rosa+Cruz de la transmutación de los metales y de la comunicación del hombre con Seres Superiores e intermediarios entre él y el Gran Arquitecto. Visto por una Sociedad de Fil... Inc... y publicado por D... desde el I, hasta el año 1790.” (reeditado por la librairie du merveilleux, en1916 con una introducción de Oswald Wirth).
         En 1814 aparece un libro muy curioso escrito por Vincent Tacxsi: “El suizo católico dos veces, o Doctrina Filosófica; dedicado a los  verdaderos Jueces Grandes Comendadores Filósofos Inc... y a todos los miembros de la asociación Mas...” (París, Imprimeire de L. G. Michaud, rue des Bons Enfants, 1814), donde encontramos en la página 236, “El Tabernáculo del suizo católico dos veces, encontrado en los viejos manuscritos de la Biblioteca del convento de Saint-Vicent de Lisbonne, en 1780, copiado exactamente, traducido del portugués y del latín al francés, y copiado bajo la fiel guardia de un celoso masón, a riesgo de ser colgado a cada minuto”. A pesar de lo que declara nuestro autor: “algo necesario que fuera la publicación de la verdad que expongo al público, nadie osó nunca tentarla...”; el “Tabernáculo” no es más que un plagio del “Gran Libro de la Naturaleza” con omisiones, numerosas variantes y ciertas adiciones. Sin embargo, nosotros nos preguntamos qué tienen que ver los Filósofos Incógnitos de la Sociedad Cabalística, con los Jueces Filósofos Incógnitos jesuíticos; en verdad nada, nada y nada.
         En 1853, Ragón analiza minuciosamente “La Orden de los Filósofos Incógnitos”, en su obra “Orthodoxie Maconnique” (París, Dentu, 1853, páginas 373 a 412, y que igualmente se encuentra consignado textualmente en la Enciclopedia Masónica de Frau Abrines, Editorial Kier), lo que hará decir a A. E. Waite (citado por R. Amadou): “me pregunto, para decir el fondo de mi pensamiento, si los misteriosos Jueces han tenido existencia real fuera del cerebro perverso al que se debe la Orthodoxie Maconnique”. Zaccone, en su “Histoire de L´Inquisitión, des Jesuites et des Frans-Macons”, consagrará también un capítulo a los “Philosophes Inconnus” al resumir sin citarla la “L´Etoile Flamboyante”.
         Dejando a un lado el grado practicado por los Philalethes, no podemos, al igual que en lo que concierne a la primera sociedad rosacruciana, concluir en la existencia de una Sociedad de Filósofos Incógnitos. Así Robert Amadou en el curso de su estudio sobre el “Filósofo Incógnito” y los “filósofos incógnitos” declara: “... ni los primeros Rose+Croix ni los Filósofos Incógnitos constituyeron sociedad; fueron ideas. Su acción en la historia no debía ser menos fuerte; al contrario...”
         Ideas que podemos encontrar en el “Catecismo o Instrucciones para el Grado de Adepto o de Aprendiz Filósofo Sublime e Incógnito” del que Eliphas Levi, en su obra “Dogma y Ritual de la Alta Magia” , precisa: “...este catecismo, que indicamos a los sabios cabalistas como capaz de sustituir al incomparable “Tratado de Paracelso”, contiene todos los verdaderos principios de la Gran Obra de una manera tan satisfactoria y tan clara, que es preciso carecer en absoluto de la inteligencia especial de ocultismo para no llegar a la verdad absoluta meditándola..."
         Una de las cuestiones que surge enseguida, es saber, ¿cuáles pueden ser las fuentes de este Catecismo? Eliphas Levi, precisa: “...entre los libros raros y preciosos que contienen los misterios del Gran Arcano, es preciso contar en primera línea, el “Sendero Químico o Manual de Paracelso” que contiene todos los misterios de la física demostrativa y de la más secreta cábala. Este libro manuscrito, precioso y original, no se encuentra más que en la Biblioteca del Vaticano. Sendivogius sacó una copia de la que el barón Tschoudy se sirvió para componer el Catecismo Hermético contenido en su obra  titulada L´Etoile Flamboyante...”
         Como lo hacía notar Oswald Wirth, “...nosotros no podemos, sin embargo, formular algunas reservas en cuanto a la fuente excepcional de donde el autor de “L´Etoile Flamboyante” habrá tomado su fuente hermética...” (le Symbolisme Hermetique, París, 1910). Robert Amadou, precisa que “...el Cosmopolita menciona al Sendero Químico en los términos siguientes: “...entre los modernos, usted tiene a Paracelso, cuyos escritos tienen tantas luces. Pero si usted pudiera esconder el llamado Sendero Químico o Manual de Paracelso, habría encontrado toda la doctrina de la ciencia química, todos los misterios de la física demostrativa y la más secreta cábala. (parece que aquí Amadou se estuviese apoyando en lo que nos dijo anteriormente Levi). El libro no es tan escaso como aquellos de los que le acabo de hablar, pues se encuentra en la Biblioteca del Vaticano en Roma y lo he visto afuera en varios lugares donde los cabalistas y curiosos de nuestro Arte, no es sin embargo común, y no se lo encuentra en todas partes. Es por ello que lo he copiado para mi uso...”
Inspirándose en este pasaje, Tschoudy en su Catecismo escribió: “...entre los antiguos, es preciso leer sobre todo a Paracelso y entre otros el “Sendero Químico o Manual de Paracelso”, que contiene todos los misterios de la física demostrativa y la mas secreta cábala; este libro manuscrito, precioso y original no se encuentra más que en la Biblioteca del Vaticano, pero que Sendigovius a tenido la dicha de sacar una copia, que ha servido para aclarar a algunos sabios de nuestra orden...”
Yendo mas lejos, Oswald Wirth dice que “...el manuscrito del Vaticano no era de ninguna manera indispensable al barón Tschoudy, ya que las respuestas de su Catecismo son textualmente extraídas de dos obras impresas muy repandidas en esta época...”
La primera es “Las Obras del Cosmopolita divididas en Tres Tratados en el que son claramente explicados los Tres Principios de la Filosofía Natural, Sal, Azufre y Mercurio”, obra que lleva como segundo título: “Cosmopolita o nueva Luz Química”. El Tratado de la Naturaleza en general que comienza esta obra da al barón Tschoudy las 61 primeras respuestas de su Catecismo. Así la frase: “...es preciso saber, sin embargo, que el “termino de la Naturaleza es Dios”, como “Él es el principio”... corresponde a la segunda pregunta del Catecismo.
Pregunta: ¿Cuál es el término de la Naturaleza? Respuesta: Dios como es el Principio... todas las cosas provienen de esta sola y única naturaleza y no hay nada en todo el mundo fuera de la naturaleza... Pregunta: ¿De donde provienen todas las cosas? Respuesta: De la sola y única Naturaleza...”
El barón aplica el mismo procedimiento para los asuntos siguientes con “...La Luz que sale por sí misma de las tinieblas o verdadera teoría de la Piedra de los Filósofos, todo traducido al francés por B. D. L...” (1687 y en 1741 Bibliotheque des Philosophes Chimiques). Así en el principio encontramos “...la Piedra de los Filósofos no es otra mas que la humedad radical de los elementos, repandida a la verdad en ellos, pero reunido en su Piedra, y despojado de toda mancha extraña. Así no es necesario sorprenderse si ella puede operar en tan grandes cosas siendo muy constante como la vida de los animales, de los vegetales y de los minerales, no consiste mas que en su humedad radical...” que corresponde a la pregunta 64: “...Que es esta Piedra...” Responde: “...La Piedra Filosofal no es otra que la humedad radical de los elementos perfectamente purificados y llevados a una suprema fijación, lo que hace que ella opere muy grandes cosas por la salud, la vida que reside únicamente en la humedad radical...”
Robert Amadou hace notar que “es sorprendente que O. Wirth no haya descubierto una tercera fuente de Tschoudy, a saber, las famosas cartas del Cosmopolita con su nuevo hermano de la Sociedad de los Filósofos Incógnitos”. Aunque estas tres fuentes rinden perfectamente cuentas de la redacción de este Catecismo, A. E. Waite da al “Liber de Compositione Alchemical” (New York, 1911), como fuente única del Catecismo. “Esta compilación no es menos exitosa y, como O. Wirth lo reporta, - el barón Tschoudy no ha tenido al respecto un muy gran mérito. Notablemente concebido, su Catecismo - justifica el entusiasmo de Eliphas Levi, dividido sin dudas por Stanislas de Guaita. Toda la ciencia hermética se encuentra condensada, en efecto, en las fórmulas de un laconismo sugestivo...”


Hemos querido presentar a los estudiosos e Iniciados, estos fragmentos  que no están al alcance de cualquier investigador. Es así que en el transcurso de la presentación de diversos temas relativos a los HH::: iniciados en la Fraternidad de Filosofos Desconocidos, exponiendo sobre los Estatutos y los Catecismos, nos hemos dado el trabajo de traducir desde el francés antiguo y desde la Obra original titulada, “L´Etoile Flamboyante, ou La Societe Des Franc-Macons Confideree Fous Tous Les Afpects” escrita por el barón Tschoudy,  y publicada en el año de 1766, que por fortuna tenemos en nuestras manos. Y hacemos el esfuerzo de presentar diversos puntos de vista sobre el tiempo y la doctrina de la Fraternidad sobre todo para esclarecer la Doctrina real por sobre la nebulosa de interpretes y reinterpretes que seguramente tratando de descifrar sus metas, lo único que han logrado es sepultar casi definitivamente los propósitos claros de esta antigua sociedad.


+ Eques ab Aquila Coronata



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