martes, 23 de abril de 2013

CORRESPONDENCIA (2) INEDITA ENTRE LOUIS-CLAUDE DE SAINT-MARTIN Y JEAN BAPTISTE WILLERMOZ - 1771





CORRESPONDENCIA INEDITA ENTRE
LOUIS CLAUDE DE SAINT-MARTIN Y JEAN BAPTISTE WILLERMOZ


CARTA 2 DE 50

Comr Or
Calle Santa Cruz, cerca de Monnroie.

Aunque yo no sea conocido de usted, a menudo he recibido señas de su amistad por el hermano de Grainville mi antiguo camarada, a los que he sido muy sensible, digo mi antiguo camarada pues acabo, desde hace poco, abandonar el servicio a fin de poder seguir mejor la carrera que usted corre.

En N. D. G. A. D. L. Amén
Alegría, paz, salud y bendición a aquél que me escucha. Amén.
Del Oriente de Bordeaux el año M. 3.3.3. del mundo 45, del renacimiento de las virtudes 2448, de la era hebraica 5731, del cap. 5. Vulg. 1771. 25 de marzo del citado año.

M. P. Mtro.
(Muy Poderoso Maestro)

Yo no puedo ni condenar ni remediar las quejas repandidas en su carta del 15 de marzo sobre los decaimientos que debe experimentar su Oriente. Yo me pongo en el lugar de todos los hermanos que lo componen y su situación me parece tanto menos extranjera que estando en la fuente de la luz resiento algunas veces más rigurosas. Yo le exhorto y a usted también Muy Querido Hermano a no mirar ese tiempo como perdido completamente. Es mucho mejor avanzar que sufrir; no hay tribulaciones cuya justicia no nos toma en cuenta si somos bastante firmes para penetrar hasta este germen de bien que todas ellas envuelven.

Sin embargo, como yo quisiera que fuera en mí poder endulzar su tarea, yo le envío la dirección del Maestro en Paris. El se hospeda en los Grandes Agustinos. Puerta del Valle o en un hotel vecino cuyo nombre ignoro porque nosotros le dirigimos todas nuestras cartas al Padre Fournié Agustín quién se las hace llegar. Yo deseo de todo mi corazón que usted logre de él aclaraciones satisfactorias sobre todo lo que usted pide tanto para vuestra instrucción particular como para el avance de vuestros hijos y yo creo que, en efecto, una conversación con él le será más ventajosa que lo que yo podría ser una larga correspondencia. Si usted pudiera partir para Paris antes del 15 usted estaría más seguro de encontrar allí al Maestro pues los asuntos que allí lo retienen toman un vuelco favorable y quizás lo volvamos a ver más pronto de lo que hayamos pensado; por otra parte será darle a usted mismo más tiempo para avanzar vuestros asuntos a un lado. Creo muy inútil que usted le escriba antes de su partida.

En cuanto a la confianza que usted digna testimoniarse sin escrúpulos nuestro pensamiento sobre nuestras ceremonias, no me correspondería visto vuestra dignidad de hacer a ello ninguna observación y ante mi juicio yo debería más bien escuchar y callarme. Sin embargo, las disposiciones puras que usted parece aportar a la sabiduría me hacen presumir que usted me perdonará por adelantado si yo oso unir algunas ideas a las vuestras. Yo no trato como usted más que aclararme, me gusta como a usted hacer conocer a aquellos que creo susceptibles de mi confianza lo que ocurre en mí, yo le pregunto, como se lo pregunto a usted mismo, de corregirme si me desoriento, es con la sinceridad de las circunstancias que me tomo la libertad de extenderme sobre el punto en cuestión. Usted tiene razón de creer que  nuestra suerte depende de nuestras disposiciones naturales, tiene razón aún en creer que el grado de R. + da al iniciado un carácter y nada es más cierto que el perfecto acuerdo de estas dos cosas no deben tener un efecto real, que se aumenta, sin dudas, con el tiempo por las instrucciones y por los cuidados que cada uno puede aportar a ello.  Lo que le atormenta y le inquieta es que este efecto no hay aún sido sensible para usted, lo que hace que vuestra persuasión no se sostiene aún sino por la esperanza, sin que la convicción otorgue algún apoyo. ¿Cómo tranquilizarse sin convencerle? ¿Cómo calmarle sin golpear vuestros ojos? Le confieso que la empresa me parece lamentable. No encontraré fuerzas sino en mi propia convicción. Creo M. P. M. que aún cuando creamos en las mejores disposiciones que cuando todas las ceremonias son empleadas con más regularidad, la cosa puede aún guardar su velo para nosotros tanto como le agrada, ella se encuentra tampoco a la disposición del Or. que no puede nunca a pesar de todos sus esfuerzos estar seguro de obtenerlo. El debe siempre esperar, siempre rogar, he aquí nuestra condición. El espíritu sopla donde él quiere, cuando quiere, sin que sepamos de donde viene ni adónde va. Usted habría entonces tomado una idea contraria si usted hubiese pensado que las ordenaciones y las ceremonias tuviesen un efecto tan infalible y tan rápido que como aquél de las leyes de la naturaleza corporal; en este todo es pasivo en el otro todo es libre ya que todo depende de los favores del espíritu. Sin embargo la convicción que ha bien querido hacer con el Or., como lo he dicho, un poder que no se puede negar cuando incluso no se lo sentiría.

Si este poder no se manifiesta en con tiempo, es en otro; y además si él no opera visiblemente por la visión, él opera obstante, infaliblemente como preservativo y prepara la forma de aquel que se mantiene pero en recibir impresiones salutarias, cuando el espíritu lo juzga a propósito. No atribuya entonces, se lo ruego, la escases en que usted se encuentra ni a la falta de disposición de su parte, ni a la invalidez de las ceremonias hasta que usted sepa perfectamente que el hombre no puede nada, absolutamente nada. Cumpla siempre todos nuestros esfuerzos en perseverar en la confianza, usted tiene más mérito que todo otro ya que usted cree a ciegas, pero estará más que recompensado. Si no fuera vuestro hermano, mi testimonio podría hacerlo sospechar, pero creo debe exponerme incluso a vuestras sospechas para afirmar aún nuestra fe y para probarle que el espíritu es absolutamente el Maestro. He sido persuadido de la cosa antes de haber tenido los más poderosos de nuestras ordenaciones y yo advierto que estas convicciones se perpetúan y se aumentan en proporción de mi celo y de mi entereza, sin que tenga aún la felicidad de ser vestido del carácter sagrado que usted lleva.

He aquí muchas palabras, Muy Querido Maestro, que no le dará mi duda toda la tranquilidad que yo desearía. Si yo no lo quisiera tanto fe y coraje, reiteraría mis exhortaciones de mantenerle en el amor de la sabiduría y de la verdad; usted sabe que encontrará allí al menos una paz interior que debe seguramente al final hacerle obtener grandes felicidades. Puedo por otra parte comprometerle en observar muy exactamente todo lo que le rodea y lo que golpea vuestros sentidos de la vista y del oído, con la atención usted no se encontraría quizás tan abandonado. No somos a menudo sordos y ciegos tanto como para creernos serlo.

Lo saludo M. P. M., por todos los nombres que le son conocidos y ruego al Eterno que le cuide continuamente.

De Saint Martin


NOTAS:

1.- En esta segunda carta, Saint-Martin reconoce que aún no conoce en forma personal  a Willermoz; pero claro, solo han pasado 21 días desde el intercambio de correspondencias anterior, o sea, desde la carta N° 1.

2.- Saint-Martin reconoce que ha dejado el Regimiento de Foix hace poco tiempo (hace unos 10 o 15 días calculamos) para dedicarse por completo a la obra de ser el secretario de Pasqually. No es difícil imaginar su decisión, ya que en ese tiempo, cualquier actividad de secretario y copista de rituales, catecismos e instrucciones, sumado a la obra de Pasqually, requiere de mucho tiempo y dedicación exclusiva. Esto requiere de un sueldo, el que se reconoce en la carta N° 1.

3.- Willermoz reconoce que en su oriente las cosas no andan del todo bien al interior del Templo cohen en el que participa. Saint-Martin anima a Willermoz señalándole que no se desanime, pues el tiempo transcurrido en su esfuerzo, en justicia no se pierde.

4.- La mejor recomendación para Willermoz, es que se comunique directamente con el Maestro, para lo cual le consigna la dirección en la cual está hospedado Pasqually. Saint-Martin desea e insta que tenga un encuentro personal con el Maestro y se le den las aclaraciones sobre las dudas en cuanto al manejo de la instrucción para con los hermanos (que llama sus hijos), como para su conocimiento particular. Le sugiere partir a París antes del 15 de abril.

5.- Producto de la explicación anterior, nos aclara que el Abate Fournié, aún después de haber dejado su trabajo de secretario del Maestro, igualmente sigue cumpliendo funciones de enlace en la Orden.

6.- A estas alturas Willermoz,se encuentra muy desilusionado, pues el ejercicio de las ceremonias cohens no le están dando el resultado esperado. Saint-Martin prefiere guardar silencio sobre esto, porque es al Maestro a quien corresponde darle las sugerencias e instrucciones. Willermoz se está preguntando si en realidad cuenta con las condiciones naturales para trabajar en el sistema y grado en el cual se encuentra. Aquí se establece una gran verdad: “el grado de R + da al iniciado un carácter”, cosa que en nuestros días está casi perdido.
Al parecer, Saint-Martin si tiene las condiciones necesarias para el ceremonial que aflige a Willermoz, ya que se dispone a dar opinión sobre el mismo, a tal punto que le señala: “vuestra persuasión no se sostiene aún sino por la esperanza”; esto quiere decir que aún no logrando los resultados esperados por el ejercicio de los ceremoniales, la esperanza sobre ellos le permiten esperar en el futuro, un cambio en los resultados. Sin embargo, se entre lee, que si lo invocado no decide abrir su “velo”, no lo hará; hay que “esperar”, hay que “rogar”.
Aquí se le recuerdan a Willermoz las palabras bíblicas: “ El espíritu sopla donde él quiere”, del evangelio de San Juan:

San Juan capitulo 3

1          Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, magistrado judío.
2        Fue éste donde Jesús de noche y le dijo: «Rabbí, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede realizar las señales que tú realizas si Dios no está con él.»
3          Jesús le respondió: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de lo alto no puede ver el Reino de Dios.»
4          Dícele Nicodemo: «¿Cómo puede uno nacer siendo ya viejo? ¿Puede acaso entrar otra vez en el seno de su madre y nacer?»
5          Respondió Jesús: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu          no puede entrar en el Reino de Dios.
6          Lo nacido de la carne, es carne; lo nacido del Espíritu, es espíritu.
7          No te asombres de que te haya dicho: Tenéis que nacer de lo alto.
8          El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va.      Así es todo el que nace del Espíritu.»
9          Respondió Nicodemo: «¿Cómo puede ser eso?»
10        Jesús le respondió: «Tú eres maestro en Israel y ¿no sabes estas cosas?
11        «En verdad, en verdad te digo: nosotros hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero vosotros no aceptáis nuestro testimonio.
12        Si al deciros cosas de la tierra, no creéis, ¿cómo vais a creer si os digo cosas del cielo?
13        Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.
14        Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre,
15        para que todo el que crea tenga por él vida eterna.
16        Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
17        Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
18        El que cree en él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído          en el Nombre del Hijo único de Dios.
19        Y el juicio está en que vino la luz al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz,          porque sus obras eran malas.
20        Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean censuradas sus obras.
21        Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios.»

Saint-Martin, nuevamente lo conmina a que tenga paciencia, pues si no se manifiesta en un determinado tiempo, se manifiesta en otro. Y le reconoce algo importante: “usted tiene más mérito que todo otro, ya que usted cree a ciegas”.

7.- Es muy posible que Willermoz estuviera consagrado en el grado de G. R. o sea, un grado por encima de Saint-Martin, pues este dice: “sin que tenga aún la felicidad de ser vestido del carácter sagrado que usted lleva”. Sin embargo, Saint-Martin está logrando resultados de las iniciaciones y consagraciones recibidas, pues recomienda finalmente a Willermoz atender a los conceptos de fe, coraje, amor, sabiduría y verdad; resultado: paz interior y grandes felicidades.


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1 comentario:

  1. Felicitaciones, muy buen trabajo... a ver si poco a poco tenemos acceso al resto de las cartas.
    Alegría, paz, salud y bendiciones para vosotros.

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